No siempre la costumbre es más fuerte que el amor... propio.
Es difícil, muy difícil no llegar a aferrarse a un amor, la costumbre, los amigos, la familia, a ciertas cosas o situaciones, a sentirse avalado o protegido por alguien o algo que está a la sombra. Se convierte en un sostén, un suspiro; aquello que sirve de soporte para los malos y los no tan malos momentos.
Te aferras cuando sientes que eso te ayuda, te tolera, te soporta, sientes que sin importar el nudo que tengas en la garganta, podrás hablar si eso está presente y si no quieres hacerlo, también mejorarás en silencio ante su presencia. El conjunto de todas las situaciones presentadas te hacen sentir la necesidad de una mano amiga -literal o metafóricamente- que te sostenga y te diga que sin importar lo que pase, todo estará bien; todos hemos pasado por eso, sin embargo llega un momento en que esa persona o esa cosa no puede estar en ciertas situaciones que son importantes y llegas a un punto en que aprendes a manejarlo, sientes que no necesitas un sostén porque así como caíste si lo decides te puedes levantar. Lees y comprendes que si tu te caes sobre tus pies, nadie más puede levantarte si tu no quieres y ahí es donde radica la verdadera fuerza interior.
Para las personas que creen tener alguna enfermedad de cualquier tipo hemos escuchado hablar de lo que es el placebo, que según la Real Academia Española es una sustancia inocua que carece de valor terapéutico directo, pero se administra a los enfermos por su efecto sugestivo benéfico, en otras palabras, consiste en una cápsula con efecto no-medicinal donde la sanación que ocurre es la mental y así mismo se filtra a la supuesta enfermedad corporal; ¿funciona? Si, científicamente está comprobado y en probabilidades, hay más sanación que enfermos terminales; por ejemplo, hay personas que conviven con una enfermedad terminal sin síntoma alguno y cuando se enteran, empiezan a contarse los días que le quedan. Para situaciones donde nos sintamos solos deberíamos tener un placebo de salud mental titulado ‘‘yo puedo’’ donde al ingerirlo seamos capaces de comprender que si en verdad queremos sanar, superar y salir delante de cualquier situación solo necesitamos realmente quererlo, porque nadie más conocerá nuestro corazón, situación y percepción como nosotros mismos y esa es la base para que el aferrarnos, no nos afecte tan crudamente.
Lo más recomendable es el entendimiento de que todo en la vida es pasajero: las situaciones, las personas, la vida. Que lo único que nos quedará es lo que sembramos en el hoy para cosechar en el mañana, que el verdadero poder está en el ‘yo puedo y sé que lo haré’, pero no solo decirlo sino creer en eso y también en que la prueba más grande en la vida es estar en una situación difícil, porque si estás en ella es porque real y efectivamente puedes con eso. Te aferras cuando no encuentras en ti lo que necesitas para seguir, cuando ocupas ese espacio con el afecto hacia algo o alguien más, cuando sientes que no eres ni puedes hacer nada si no tienes eso, pero se te olvida que independientemente desde cuándo eso esté, realmente si puedes vivir sin eso y que no eres el único en el mundo. Tengo un buen amigo al que no le convence la frase ‘‘si otro pudo, por qué tu no’’ porque en su opinión, uno no debe apreciar la mala situación de otro para sentirse conforme con la propia y realmente tiene un punto, pero no se trata de basarse en que otros pudieron, sino en que tu puedes porque tu así lo quieres, y es ahí entonces donde pones a prueba tu determinación.
Nadie puede decirte que no te aferres porque todos nos sentimos aferrados a algo en algún punto de la vida pero lo que sí puedo decirte es que no morirás por eso cuando decidas avanzar. No morirás por el hecho de emprender un camino sin ese sostén, siempre y cuando entiendas que tú quieres poder y así lo harás, cueste lo que cueste. Se necesita mucha sabiduría y fuerza de voluntad para desclavar algo que creemos necesario, incluso se llega al punto de la desesperación y hasta de crisis, porque sientes que todo depende de ti y es solo para ti y que a nadie más le importa. En ese momento debes preguntarte: ¿para qué le tiene que importar a otro si se trata solo de mí? Y no tiene que importarle a nadie porque al final cada quien ‘‘tira para su lado’’ y te pregunto: ¿Cuándo piensas tu ‘tirar’ para el tuyo?
Algo que pude comprender muy joven es que al no saber manejar la pérdida de algo o alguien surge la necesidad de un sostén y allí se originan las adicciones, justo durante la búsqueda de algo que nos ayude a liberar el dolor aunque sea por un rato. No es algo que todo el mundo puede entender, pero es algo que pasa y es real. La ausencia de algo o alguien en nosotros nos hace aferrarnos a un hábito que momentáneamente nos hace sentir mejor, nos conforta y lo hace mejor que cualquier persona porque no nos juzga ni nos cuestiona, solo está ahí para que recurramos a él. Se da la situación que nos aferramos a algo o alguien, sea familia o no, y cuando ya no está nos sentimos completamente desnudos, como si nos hubieran lanzado en un bosque despojados de todo y sin saber qué hacer o dónde ir y peor aún, si podremos seguir; podemos sentirnos perdidos en el mismo lugar donde hemos estado toda la vida simplemente por la ausencia de una persona o cosa a la que nos sentíamos atados. Esas situaciones se dan cuando la persona se deja derrotar por los pensamientos negativos de su mente y entrega su vida al abismo.
Hay crisis que suceden por ciertas situaciones o a cierta edad y todos la pasan sin estar listos pero nadie te habla de eso. Tú, al igual que muchos, lo aprendes al vivirlo y al final, por más duro y cruel que sea te sientes totalmente renacido y comprendes tantas cosas que en vez de quejarte solo puedes agradecer porque aunque te desesperas y pones en duda hasta tu nombre, si tienes Fe muy, muy en lo profundo sabes que solo o acompañado tienes que salir de eso… y lo haces incluso más fácil solo que con algo o alguien al lado. Cada persona tiene una perspectiva de la vida en base a su realidad y a veces en situaciones de desapego lo más recomendable es no acercarse a personas tóxicas que complicarían cualquier tipo de pensamiento dígase personas completamente negativas, que siempre se quejan, que no sabrán comprender (y vale decir que hay cosas que no hay que vivirlo para comprenderlo), que te van a juzgar, que te recordarán una y otra vez lo malo de cualquier situación, que te dirán que estás mal por sentirte como te sientes y que te hagan cuestionar sobre si es bueno o no vivir, porque en esos momentos eso no es lo que necesitas. Tú necesitas que quien no sepa manejarlo solo escuche sin que te sientas en la necesidad de comentarlo para sentirte bien y cuando sientas que quieres tomarte un tiempo para adentrarte en ti y resurgir, nadie se entrometa en eso y si lo hacen, sepas poner cada cosa en su lugar. Si tienes el valor necesario para encararte contigo mismo desde lo más profundo del ser, hay valor de sobra para alejarse de esas personas. Una de las cosas más importantes al estar rodeados de personas tóxicas es que por alejarnos sentimos que perdemos algo esencial cuando en realidad estamos ganando y no nos damos cuenta, pues nos alejamos por amor a nosotros mismos que es el único amor que jamás traicionará y que verdaderamente conoce lo que hay y necesita el corazón. Nada, absolutamente nada debe ser más importante para ti que tu salud y paz mental, para lo que es necesario tomar decisiones a veces drásticas por el bien propio.
Cuando te aferres primero comprende que si no es aire o agua, puedes vivir sin eso… que no necesitas más que quererlo y amor hacia ti mismo para salir adelante. Que eso será único y especial pero nada ni nadie son imprescindibles, que como ser humano eres capaz de superar cualquier situación siempre y cuando decidas hacerlo; que te sentirás solo, perdido, abandonado, sin saber qué hacer o a dónde ir pero al final, encontrarás como hacerlo y avanzarás. Un dato ineludible es nunca perder la fe y no desesperarse cuando los resultados no sean instantáneos porque si esperamos más de doscientos setenta días para nacer, estamos capacitados para tomarnos el tiempo necesario para sanar y volver a levantar las rodillas del pavimento con la frente más en alto cada vez.
Por amor a ti bríndate la oportunidad de evolucionar en todos los sentidos para conocer el verdadero significado de estar en paz, conforme y feliz con uno mismo. Te puedo asegurar que nada se podrá comparar.
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