¿Qué cambia en nosotros cuando decidimos cambiar?
Como seres imperfectos
que somos muchas veces las circunstancias de la vida nos enseñan que de las
lecciones siempre hay que aprender, sin embargo nos tomamos ese trabajo tan a
pecho que a veces decimos o hacemos cosas que no van acorde con la verdadera
lección que debíamos aprender y ‘cambiamos’ por enojo o dolor y no porque
realmente se haya aprendido de la misma.
Decimos que
cambiaremos en general, que no seremos los mismos porque no queremos pasar por
estúpidos –y hago un pausa para aclarar
lo siguiente- en realidad nunca fuimos estúpidos, porque cuando hacemos o
decimos algo y nos sentimos seguros de ello es porque sencillamente en ese
momento para nosotros era lo correcto; como consecuencia de una lección mal
aprendida dejamos que las emociones nos invadan y se apoderen de nosotros
convirtiéndonos de forma momentánea en alguien que realmente no somos. Es
indispensable recalcar que es momentáneo, porque al final nuestra esencia de
quienes realmente somos nunca cambia.
Queremos buscar un
culpable de cada lección que nos da la vida y no nos fijamos que la vida es
pasajera, que nadie nos obligó a tomar una decisión y que en vez de señalar a
otro, lo correcto es analizar la situación con la cabeza fría y plasmar los
hechos desde otro punto de vista (como si fuéramos un tercero), de forma que
podamos extraer el verdadero objetivo de la lección para así madurar y
evolucionar de tal manera que aprendamos de ella sin permitir que las
circunstancias nos cambien los sentimientos. Ciertamente en muchas ocasiones es
necesario cambiar de amigos, actitud, lugares o cosas, pero jamás dejar de ser
quienes somos en el fondo de nuestro corazón porque además de que es imposible,
al final el daño se vuelve directamente proporcional al empeño que ponemos en
cambiar de mala manera y el único afectado es uno mismo. Un ejemplo más
explícito es el siguiente: si somos muy bondadosos y los demás generalmente
abusan de eso el problema no son los demás, es uno mismo que no mide el nivel de
bondad a regalar y para arreglar eso no es necesario dejar de ser bondadoso
sino, medir el nivel de bondad (dígase no ser tan dadivoso) y fijar límites
para que nuestra propia cualidad no nos oprima sino que permanezca siendo un
atributo positivo.
Es indiscutible
que muchas veces por la magnitud de la herida es difícil poder ver con claridad
que de todo en esta vida se aprende y que cada hecho nos ayuda a crecer puesto
que para poder lograrlo existen tres pasos indispensables a realizar:
1-Aceptar, 2-Superar y 3- Aprender:
ACEPTAR que de cada decisión que tomemos existe una consecuencia que más
temprano que tarde tendremos que enfrentarla y en ese momento no debemos
detenernos a pensar en cómo cambiarlo, sino en poner a prueba nuestra serenidad
para aceptar las cosas que ya no podemos cambiar; SUPERAR: luego de entender que ya nada se puede cambiar, debemos olvidar
lo que nos esclaviza en el dolor y comprender que todo pasa por algo, aunque no
sepamos en ese momento la razón, debemos utilizar el arte de soltar todo
aquello que afecte nuestra integridad personal y no nos permita avanzar y por
último, APRENDER de nuestras situaciones
para que con cada enseñanza no es que no volvamos a repetir la situación sino,
que no nos permitamos volver a estar en la misma posición que nos llevó a tomar
esa decisión y mejor aprovechar otras posiciones de las que también podamos
aprender.
Al
final, la vida es un camino de eterno aprendizaje.
Cuando decidimos
cambiar nuestra forma de ser a causa de una vivencia, lo que cambia realmente
es la intensidad de nuestras cualidades y sentimientos, es decir, cuando sufrimos
de mal de amor, familiar o amistad, no dejamos de creer en ellos si no que
disminuye la confianza e intensidad que le tenemos a ese sentimiento con
respecto a los demás. No es necesario engañarse, sabemos que es así pues todos
hemos confiado y luego sentido miedo cuando nos toca confiar nueva vez y
terminamos haciéndolo.
Al final lo más
importante es no permitir que las vivencias nos cambien los sentimientos ni la
forma de ver la vida (en el sentido positivo), porque en esencia somos una
creación divina siendo nuestras aptitudes las que nos diferencian de los demás
y por las que podemos emprender cualquier camino que queramos.
Me encanto aceptaré, aprenderé y superare sin dejar perder mi esencia porque si otros pueden porque yo no..
ResponderEliminar