El egoísmo como estado de salud mental imponderable
Desde la antigüedad el
bien común se ha provisto de una fase indispensable dentro del marco social a
nivel general, el cual ha creado tendencia a lo largo de los años y es lo
siguiente: un grupo de personas que en la búsqueda del bien propio de forma egoísta,
constituyen por su objetivo el bien común.
El egoísmo siempre ha
estado presente en la vida del ser humano aunque, cabe destacar, que no en
todos los ámbitos ni tampoco en los más ideales. Aunque su rostro me
proporcione de forma incrédula una mirada de inseguridad hacia los siguientes
párrafos, debo recalcar en que el ser humano que pretenda vivir feliz, no
perder el rumbo, mantenerse firme en su propósito, lograr sus metas y ser
fuerte, es más que necesario un toque de egoísmo para lograrlo.
Para la conservación de
la vida en sus óptimas condiciones y gracias al poder colosal de la mente, es
imprescindible que nuestra salud mental se encuentre proporcionalmente mejor
que nuestra salud física y esto solo será posible con el establecimiento de
límites a todo lo que hacemos por los demás; aquí se ubica el egoísmo en medio
del ‘por ayudarte soy capaz de tomar tu
lugar’ y el ‘haz lo que creas mejor, es tu
decisión’. Generalmente las personas que se entregan en cuerpo y alma por
querer ayudar al prójimo logran posicionarse de forma tal que cambian
drásticamente su modo de actuar y ver el mundo, así como en muchos casos logran
perder su camino para recordarle al otro cuál es el de este, de modo que por
querer darle a alguien lo que ni está seguro que quiere en muchas ocasiones, se
puede llegar a perder el propio rumbo y caer tan bajo que se pierda el sentido
de la existencia remotamente alejado de los intereses personales, y ahí es
cuando el egoísmo es necesario para poder subsistir en el mundo.
La salud debe ser lo
más importante para cada persona en la faz de la tierra simplemente por la gran
relevancia que tiene ésta para la ejecución de cualquier función que se
convierte en imprescindible para el ser humano, por ejemplo: ‘‘respirar’’, y
cuando se presenta un obstáculo o cualquier reto es necesario estar preparado
mental y físicamente, manteniendo control y sin perder de vista el objetivo sin
importar el entorno, definitivamente es lo más relevante a nivel personal. A
veces creemos que por perseguir nuestras metas y dejar ciertas cosas de lado
estamos actuando mal y NO es así. Resulta que, cuando luchamos por lo que
queremos estamos haciendo algo que otra persona no podrá nunca hacer por
nosotros: superarse a sí mismo; cada persona que decide enfrentar lo que sea
para lograr lo que en verdad quiere, está actuando a requerimiento de su propio
ser, sus anhelos más grandes y no por complacer al prójimo, lo cual desde este
punto de vista es lo más correcto.
A lo largo del camino observamos como las
personas renuncian a sus sueños o metas por regalarle los mejores años de su
vida a otro sacrificando lo que más han anhelado y por lo que más han luchado
perdiéndose en el camino sin tener en
cuenta que al final lo único que queda es un toque de arrepentimiento en lo más
profundo de su ser. El sacrificio debe ser valorado pero nunca tomado como la
base esencial para reconocer si existe o no un verdadero amor, porque no hay
amor más puro, sincero y efectivo como el amor propio, que se ve estrictamente
expuesto en el momento preciso donde una persona decide colocarse en los
primeros tres lugares del rango importancia.
‘Hacer feliz al otro a
costa de la propia infelicidad’ no es la muestra de amor más grande del mundo
ni el sacrificio más extremo que una persona pueda hacer por otra, es
simplemente una ignorancia; y aclaro, no es que las personas no deban
sacrificarse por otro, sino que es menester crear un equilibrio donde los
intereses personales se encuentren en el tope y luego se encuentren los
intereses ajenos, porque si bien es cierto que para mantener feliz a una
persona a veces es necesario dejar las metas de lado y ocuparse del otro, es
más cierto aún que esa felicidad será pasajera y sin beneficio alguno para
quien se sacrifica, más que una simple satisfacción y tal vez agradecimientos. Cuando nos encontramos en este tipo de
situaciones, la mente juega con nuestros pensamientos y nos hace sentir como si
estuviéramos actuando mal al enfocarnos en nuestras metas, sin embargo, cuando
se comprende que para ayudar o hacer feliz al otro en primer lugar debemos
estar bien nosotros mismos es cuando ya la mente no tiene la capacidad de cambiar
nuestro ánimo y tomamos control absoluto de ella. Solo por citar un ejemplo de
la cotidianidad, es el de la crítica eterna que le hacen a las mujeres que
luego de tener un hijo o formar una familia continúan preparándose o
trabajando, pues la mayoría de la gente entiende que ella debería dedicarse en
absoluto a estos sin pensar en lo que ella quiere o necesita, no obstante a toda
mujer que en la actualidad se queda a atender por entero a sus hijos o familia
la consideran como una vaga que sobrevive a costa de otros, es decir que la
crítica será buena solo en el momento que se aprende a aprovecharla pues
basándonos en el mismo ejemplo, que critiquen a la mujer que trabaja o estudia
es una pérdida de tiempo, pues al fin y al cabo esa es la mujer que en verdad
se dedica a su familia ya que, está preparándose para ser cada día mejor y
otorgarle a los suyos un mejor nivel de vida cumpliendo con los requisitos de
su propia felicidad, detalle que los críticos generalmente ignoran. En el caso
de la mujer que se queda en casa, no es que sea una vaga pues el trabajo de
hogar es el más arduo a nivel físico, mental y espiritual por el empleo de fuerza,
paciencia y perseverancia que amerita, pero sin embargo, cuando esa mujer logre
educar a esos hijos y hacer próspera a esa familia se sentirá orgullosa por lo
que le ha proporcionado pero generalmente, no estará feliz consigo misma pues
al final entenderá que pudo haber dividido su tiempo entre la familia y su
preparación e ir cultivando su futuro y la seguridad que puede suministrarle a
los suyos cuando éste es su principal propósito. Otro ejemplo sencillo:
supongamos el hecho de que hayan dos enfermos en una casa, una abuela y un
nieto; la abuela a través de té y calmantes ha logrado que el nieto se cure
pero no se ha curado ella porque no se tomó en cuenta al prepararle el té al
nieto, sin embargo, al quedar la abuela enferma el nieto ahora debe dedicarse a
cuidarla estando expuesto a enfermarse otra vez y pregunto: ¿en qué ha ayudado
esta actuación de la abuela?, es cuando debemos pensar que con un toque de
egoísmo, la abuela pudo haberse curado de igual modo que curó a su nieto y
evitando inconvenientes a ambos. Ésta es la actitud correcta: no es pensar solo
en nosotros mismos sino, tenernos muy en cuenta.
Más que un ser egoísta
en su totalidad, es agregarle un toque de egoísmo a nuestros ideales que nos
lleve a mantenernos firmes sin dejar de luchar por nuestras metas o nuestro
bien propio y a comprender que, para posicionarnos en un estado de salud
imponderable se necesita controlar la mente, entender que estamos primero que
cualquier otra persona y que, solo podremos dar lo mejor cuando nos encontremos
de la mejor forma.
El ser humano para ser
feliz necesita agotar todos los recursos posibles para lograr sus sueños,
inyectarse un poco de egoísmo en sus ideales para mantenerse firme, aprender a
dejar de lado lo que considera más importante que su propio ser y luchar por lo
que anhela para obtener lo que merece y así, proporcionarle a los suyos lo
mejor de sí mismo.
‘Quien
no se ama a sí mismo, no puede pretender que otro le ame más, porque para amar
se necesitan dos amores: el amor propio y el amor del prójimo’ Holly Cerda
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