¿Para qué nos sirve el pasado?


El pasado y las miles historias que lo caracterizan: ¿para qué sirven?, muchos dirán que es para aprender a vivir mejor, para soportar lo que más adelante vendrá, para poder superar cosas peores, para poder ayudar a otros, para asumir de frente lo que con la cabeza hacia abajo aceptamos, para ser mejores personas, para cambiar el mundo, en fin, un sin número de situaciones de las cuales el 90% en realidad y en cierto aspecto, no se equivocan, pero ¿hay algo más? Éste es mi punto.

El pasado tiene dos vertientes: las situaciones que nos ayudan a seguir adelante y mantenernos de pie, & aquellas que nos ayudan a mendigar en el vago concepto de reflexión cuyas atribuciones especiales se refieren a preguntas como: ‘¿qué hubiera pasado si…?’; ‘si pudiera cambiar…’; o la más conocida ‘¿por qué me paso?’… Ciertamente me gustaría iniciar hablando sobre el segundo capítulo.

Trama, escepticismo y venturoso son los tres designios más distintivos de este capítulo que acaparan el mendigar en lo que ya paso pero que aún no se ha superado. Durante éste período los llamados recuerdos son los reyes de la jornada que se diferencian en el sentido de que pueden hacerte llorar y del mismo modo reír, & en diversos casos, hasta ambos a la vez. Es un proceso fuerte, caprichoso, deplorable, firme y sobretodo tramposo; cabe destacar que no por esto signifique que sea malo sino que hay que saberlo digerir del modo más oportuno y factible posible. Lloramos, reímos, mentimos fingimos, argumentamos, creemos, ideamos, suponemos, preguntamos, disfrutamos… & accionamos en muchos verbos que quizá por la situación en que nos encontremos la reacción variará el orden pero nunca el significado. Podemos encontrarnos en la situación que hasta el momento nos parezca que es la más difícil de todo el mundo, hasta que conocemos historias de personas que lograron superar situaciones incomparables con las nuestras o simplemente historias que sobrepasan los límites de poder llevar las extremidades de la boca a que puedan abrirse de modo tal que cubran la cara completa, sin embargo, ante la adversidad asumimos una postura de luto que sin estar debidamente difuntos figuramos una muerte absoluta, sin tener en cuenta que en la vida la única persona capaz de cambiar la perspectiva en la que vive y sufre es uno mismo; porque asimismo como una persona es capaz de cometer errores, del mismo modo puede enmendarlos y mas allá, superarlos… vivir de recuerdos es como descubrir una adicción y aún estando conscientes del daño seguimos recurriendo a ella gracias al masoquismo intrínseco que caracteriza a cada  individuo, no obstante no es excusa válida ni suficiente para mantenerse implorando por una respuesta que en lo más profundo de nuestro ser la sabemos, pero que aún no es que no podamos ni que no sea el tiempo, sino que NO queremos aceptarla. Pensar en las preguntas que mencioné al principio no son una solución & un elemento fundamental que caracteriza un problema, es la susodicha solución; es como la oscuridad, que, sin la claridad no sería capaz de distinguirse. Esta etapa es normal y ciertamente forma parte de una superación personal que para llegar a esta se deben realizar más que varios sacrificios leves, ya que implica una decisión que se hará definitiva a corto plazo. Superar no es decir: ‘algo mejor vendrá’; ‘si paso esto, significa que era lo mejor para mi’; ‘aceptaré vivir con esto para siempre’… sino es meramente creer indudablemente en eso y estar dispuesto a enfrentar la perversa idea de que habrán detalles que trataran de afectarte pero por más tenaz que parezca su trabajo, NADIE que no seas tú mismo podrá ser capaz de cambiar tu deseo de seguir adelante sin importar el pasado. Aprender a superar una etapa inicia no solo con el deseo de querer hacerlo, sino aplicando la fuerza de voluntad necesaria e indispensable para lograrlo, pues al final como cada cuento de hadas, no es que terminarán ‘todos felices’ pero definitivamente será el producto esencial de una conmoción, evolución y de una fértil reflexión que te permitirá ser parte de una asociación cuyo propósito es VIVIR PARA SUPERAR en vez de superar para seguir viviendo… al llegar a este punto, aludimos a la segunda fase del proceso llamado ‘‘formación de la experiencia’’.

Con respecto a la otra fase, es el mero resultado de la precedente etapa, que en vez de arrojarte al abismo de la rememoración para luego darte una lección, te fortalece para mostrarte que con lo vivido puedes enseñarle al mundo que la fuerza de voluntad es lo primordial para el lanzamiento de una nueva vivencia y que, el pasado por más degradante que sea NUNCA será conocido como el peor error, sino como el mejor maestro que te mostró lo que con la cotidianidad no pudiste esclarecer, y que hoy en día gracias a él, eres la persona que eres & que fruto de una sólida riña con quien creías no poder ganar, fuiste vencedor. Por esas experiencias es que una persona es capaz de avanzar en su paso por la vida pero no para quejarse de ella y enfocarse solo en lo sucedido, sino para que sin importar lo que pase adquirir el coraje suficiente para que, con la cabeza en alto, tomar la vida y llevarla acorde con lo que efectivamente deseamos y afirmamos merecer. En vez de admirar la forma en que una persona mantiene en alto su barbilla, mejor procedamos a observar que el fruto de eso no es el orgullo, sino la satisfacción absoluta de haber enfrentado aquello que una vez quiso ahogarlo y que al sol de estos días pertenece a aquellos detalles que hacen la diferencia no por el daño o proceso que lleven, sino por el resultado permanente y efectivo que suele dejar.
Lo mejor de una buena historia no es la historia misma en sí, sino la reflexión que puedes lograr hacer en base a esta, & lo mucho que puedes aprender, pero no para guardártelo y decirte al espejo ‘‘que bien se siente superar etapas’’ sino para que lo compartas con el mundo y este puede aclamarte como la secuela de un aprendizaje en vez de cómo la suela del zapato mas aturdido en todos los tiempos. Procura aprender de cada etapa, pues las etapas son como la tabla de multiplicación: sin llegar al 10 no conocerás el 20, en otras palabras, no procures ser adulto cuando te ha tocado ser joven.

Ilusionarse nunca puede compararse con creer. La ilusión es un juego de pensamientos que resultan de una comparación de situaciones vividas por diversos sujetos con atenuados predicados, mientras que la creencia es la firme certeza de lo que significa el principio de identidad en la lógica: ‘LO QUE ES, ES’.

El pasado en fin, sirve para desarrollar las aptitudes necesarias para asimilar el proceso, convivir adheridos a la cruel realidad transitoria para luego, sin más preámbulos, abrir nuestras mentes y poder perforar la travesía impuesta por la sádica consecuencia de nuestras acciones, con la fructífera meditación de que lo vivido fue para aprender, y lo aprendido fue para más que valorar, enseñar.

Acoger las experiencias es más que un valor, una posesión de la cual podemos engavetarla hasta que anualmente queramos recordarla, o comentarlas para que alguien cuya situación pretenda ser la reina de las desfachateces, resulte ser la  hormiga dentro de un panal de abejas.

Recalco en que NUNCA dije ni insinué que fuera fácil y que no requeriría de tiempo, sino que más bien es un proceso natural, perfecto e instructivo del cual, al pasar el tiempo, gracias al desarrollo efectivo de la fuerza de voluntad, logrará convertir a un débil ser humano en uno capaz, fuerte, fiel a sí mismo y tolerante.

 ‘‘Tu pasado es el resultado de tus decisiones; tu presente es el fruto concebido del pasado, pero tu futuro es aquello que gracias al pasado & que en el presente pudiste esclarecer y fortalecer en base a la lección que solo y solo con el antecedente, viviste el consiguiente & adquiriste la conclusión, que más adelante formará parte de tu éxito rotundo’’

¡ HAY QUE LUCHAR PARA GANAR, & GANAR PARA SEGUIR LUCHANDO !

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